Discriminación lleva a mujeres trans a emprender

CHOLULA.- Cuando abren un negocio sienten bienestar y seguridad por ser independientes y ser ellas mismas, sobre todo no sufrir discriminación

Tener un negocio propio genera bienestar y felicidad, porque aunque emprender no es sencillo, se puede ser uno mismo y crear un lugar acorde a los ideales propios, pero para algunas personas también es un lugar para erradicar la discriminación social y laboral que han sufrido. Ejemplo de ello son las mujeres trans, quienes más emprenden ante el acoso que sufren por ser ellas mismas.

“En las mujeres trans, el tema del emprendimiento es por necesidad, porque no las contratan o porque viven muchas experiencias de discriminación”, expresó Enrique Torre Molina, cofundador de Colmena 41, sociedad civil que crea comunidad entre la población LGBTQ+.

Durante la presentación de la Encuesta sobre emprendimiento y empoderamiento económico de la comunidad LGBTQ+ en México, elaborada por Colmena 41 en colaboración con Meta, explicó que muchas personas de la comunidad emprendieron durante la pandemia, pues de los emprendimientos registrados en los últimos cinco años, más del 60% nació a partir del 2020. Incluso, esto los obliga a cambiar la residencia para comenzar su negocio donde se ofrezcan mayores oportunidades.

Rosalinda vivió esta situación al ser mujer trans desde hace 10 años, pues ha sido discriminada por su entorno social, al buscar empleo y por su propia familia. Esto la obligó a mudarse del estado de Hidalgo para comenzar de nuevo y tener un mejor futuro en el Estado de México, donde ahora, tiene su negocio de ropa, zapatos y perforaciones.

“Siempre me han juzgado porque desde niña sabía que era mujer. Cuando crecí comencé a vestirme y pintarme, en secreto porque mi familia es muy temerosa de ello. No fue fácil pero yo no me detenía, quería ser yo y cuando lo hice, fue peor por la violencia tanto de mi casa como en la calle. Me mudé aunque seguía en Hidalgo, pero nadie me empleaba o me daban trabajos que pagaban casi nada. Con una amiga me vine acá (Estado de México)”, relató en entrevista con El Economista.

Comenzar de nuevo 

Rosalinda, quien prefirió omitir su apellido, relató que con su amiga Chantal, llegaron sin nada y aunque una tía de su compañera y socia las recibió, no fue sencillo porque tampoco encontraban empleos dignos. Ahí fue cuando decidieron comenzar un negocio.

Migrar a otra entidad es algo frecuente en la comunidad LGBTQ+, pues una gran parte se muda para buscar oportunidades laborales, provocando fuga de talento e innovación, y aún así, 53.2% admite ser víctima de discriminación en la nueva residencia.

En los últimos 10 años, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, ha recibido 1,175 quejas por agresiones a la diversidad sexual y de género, de las cuales 708 son por homofobia, 240 por leslofobia y 220 por transfobia.

Federico Arellano, cofundador de Colmena 41, indicó que en la mayoría de los casos, la discriminación se da antes de emprender, pero una vez comenzado el negocio, la situación mejora.

“La decisión y experiencia de emprender contribuye al empoderamiento personal, a superar experiencias negativas de exclusión, violencia y discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género”.

Emprender para vivir 

El estudio señala que 61.5% de los emprendedores declara sentirse feliz pero reconoce que le faltan cosas para mejorar, mientras que 24.8% manifestó ser muy feliz y estar viviendo su sueño. Únicamente 2.5% la está pasando mal y piensa cerrar.

Parte de las razones por las que sienten que les falta algo, se debe a la falta de conocimientos para potenciar sus negocios, principalmente en marketing y publicidad, administración en general y acceder a financiamiento.

Sobre el financiamiento, los emprendedores consideran que el mayor desafío es la cantidad de requisitos, carecer de historial crediticio y no saber nada de los mismos. Menos del 5% indicó que el reto es la discriminación por ser parte de la comunidad LGBTQ+.

Torre Molina resaltó que otro problema al que se enfrentan los emprendedores es que no se consideran como tal, “no soy emprendedor, solo puse un negocio”, cuentan, lo que les impide tener mejor potencial. El emprendimiento se vuelve solo un negocio para sobrevivir.

Rosalinda y Chantal confirman la situación, pues ellas no se sienten emprendedoras, saben que tienen un negocio al que le está yendo bien y que les ha dado tranquilidad y bienestar, porque además de que pueden trabajar en lo que les gusta, finalmente son libres y no dependen de nadie.

 

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