Editorial Por Mario SALAMANCA RODRÍGUEZ Apocalipsis

CHOLULA.- “La revelación de Jesucristo” El propósito principal consiste en revelar al señor Jesucristo como el redentor del mundo y el conquistador del mal, presentar en forma simbólica el programa mediante el cual él desempeñara su obra. Se fundamenta en cuatro grandes visiones, cada una de las cuales comienza por la frase: “En el espíritu” y contiene un aspecto de la persona de Cristo en su capacidad de juzgar al mundo El Apocalipsis comienza con cartas dirigidas por el señor a las siete iglesias de la era apostólica, fueron típicas de las iglesias de todos los tiempos, en él expresan elogios, criticas, terminando con una advertencia y una promesa. Juan el vidente es trasladado al cielo donde contempla “las cosas que sucederán después de estas”. Mediante una sucesión de juicios, los sellos, las trompetas, y las copas de ira, la tierra es castigada por el pecado, iniciándose el gran día de la ira de dios, no se da indicios de la duración del proceso, aunque parece que se acelera al aproximarse a su fin.

 

Se representa el retorno de Cristo en gloria con los ejércitos del cielo, el establecimiento del reino y su conclusión en el juicio final del gran trono blanco, -la creación de un nuevo mundo-. La última visión es prolongación de la tercera al describir con más amplitud la naturaleza de la ciudad de dios, la oración al final debe expresar el deseo de todo creyente; ¡Si vive, señor Jesús”.

 

Los sellos.- Vi cuando el cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco, el que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matase unos a otros; y se le dio una gran espada. Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira: Y Miré, y he aquí un caballo negro, y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los otros seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libraos de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré. Y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía pro nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra. Cuando se abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían muerto por causa de la palabra de dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban gran voz, diciendo: Hasta cuando, señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestras sangre en los que moran en la tierra, y se les dieron vestidura blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número como ellos. Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre. Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento, y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla, y todo monte y toda isla se removió de su lugar.

 

 

Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes, y decían a los montes y a las peñas, caed sobre vosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y la ira del cordero, porque el gran día de su ira ha llegado, ¿Y quién podrá sostenerse de pie? “Dios nos ama”.