El paraguas

Por Nancy LUNA SORCIA

CHOLULA.- Según cuenta una leyenda china, el paraguas fue inventado por Lu Mei. Era una chica joven que se había apostado con su hermano mayor quién de los dos era capaz de construir un objeto para protegerse de la lluvia.

En solo una noche, Lu Mei fue capaz de elaborar una especie de bastón de cuya parte superior “nacían” 32 varillas realizadas con bambú y que estaban cubiertas entre sí por una tela que recordaba la forma de un hongo o seta.

Como hemos comentado, sí podemos afirmar que el origen del paraguas está en la China del siglo XI a.C. También en este milenario país tiene su origen el primer paraguas plegable, un inventó con más de 1700 años.

Del mismo modo, también fueron los chinos los primeros que impermeabilizaron la sombrilla transformándola en un paraguas tal y como hoy lo conocemos. Consiguieron esta útil característica cubriendo un parasol con cera y barniz.

En los primeros años de su descubrimiento, tanto la versión para protegerse de la lluvia como la diseñada para el sol, las podían emplear solamente personas de alta clase social, políticos o nobles. Era habitual que fuese un sirviente o esclavo el que lo portara cubriendo a su amo.

China es un país fascinante con una larga historia repleta de fábulas y cuentos misteriosos. Y el objeto del que hablamos en este post no es una excepción.

Hasta los objetos diarios más triviales y cotidianos, como el paraguas, cuentan con su propia leyenda. Lo mismo sucede con el origen del ajedrez, la invención del dinero o el origen del arroz. Los primeros paraguas servían para proteger del sol y de la lluvia. Eran utilizados por personas de clase social alta, además de por nobles y políticos, aunque eran los esclavos y sirvientes los que lo portaban. Gracias a la ruta de la seda este invento traspasó la frontera china con destino a Corea, Japón y Persia. De ahí llegó a Egipto, a la Antigua Grecia y al Imperio Romano.

Durante la Edad Media no se tienen noticias de su uso, pero a finales del siglo XV vuelve a adquirir importancia en Francia, en cuya capital, París, era considerado un verdadero objeto de lujo usado por las clases más elevadas.