Falta de historicidad, lo que aqueja a la sociedad

Hándicap Político

Por Fernando SANDOVAL

Analista Político

Lo que callamos, lo que no queremos escuchar, lo que somos.

¿A dónde vamos?

Como no olvidar, cuando hicieron  homenaje a Jaime Morales, ex presidente municipal, muchos criticaron, como también atinadamente apoyaron, nadie quería que se hiciera, ni los panistas lo aceptaban, irónicamente, gente de afuera valoramos su trabajo, su amistad y su simpatía.

Es irónico, pero es real, San Andrés como municipio rico en cultura y tradición también tiene grandes intereses, y grandes desaciertos, parece que nadie conoce más allá de las vías del tren, decía un ex gobernador que tiene por nombre lo que hoy es el Centro Escolar.

Es ocioso pero también es necesario  comentar varios aspectos donde la complicidad y el silencio de muchos hicieron de lo malo una fortaleza y un gran poderío económico dejando a otros igual en su miseria social.

Pocas veces nos detenemos a reflexionar por el verdadero trabajo  como ciudadanos hemos hecho.

Pedir no pesa, pero cuando hay que dar, duele. Acostumbrados a estar servirse pero no a dar.

Hoy vemos  una sociedad  carente no ha cambiado, es generacional, no tiene que ver con el desarrollo e infraestructura, tiene que ver como valor humanamente necesario.

Siempre, exigente,  desde los gobiernos del PRI, que ya olvidaron, pareciera ser que el PAN fue lo mejor pero también con sus desatinos y desaciertos, irreverente sería decir que  el progreso fue por grandes pensadores y no por una sociedad que clama a la fecha, justicia y desarrollo. Siempre a  la espera de recibir soluciones, pero, ¿cuántas veces se han detenido a proponer positivamente?

Hoy, la gente señala falta de protocolos, pero ¿Cuándo se detuvieron a pensar que en su actuar, también carecían de herramientas y estímulos? ¿Cuándo se atrevieron a pedir prestaciones para los trabajadores?

También la sociedad ha sido, benevolente, pero también hipócrita, tal vez, olvidadiza.

La sociedad carece de sentido común  cuando le conviene, pero cuando es necesario mantiene valores hacia los semejantes, pero ¿cuándo?

Gracias a las redes sociales, hoy se juzga, hoy se señala, hoy se lincha, sin medir, sin tomar en cuenta que  muchos crucificados, han sido hermanos de sangre, de corriente o de partido. Hoy festejan el castigo hacia sancionadores de vendedores de tacos de canasta. Hoy grandes críticos de la moral, se  detienen a ver los errores que en las fortalezas que han ganado los trabajadores como seguros de vida por más de 300 mil pesos. Ninguna administración lo hizo antes, también se tiene que decir.

¿Activos o simpatizantes del PAN y hasta sindicalizados serán beneficiados?

Es de reconocer el homenaje a la sociedad, sin tintes, eso es de valores.

La sociedad será cada día más crítica, más perfeccionista, pero con el paso del tiempo también ha olvidado los principios de una hermandad y de una tolerancia.

Nadie se ha detenido a pensar en que esta pandemia está más allá de partidos, de políticas públicas y sobre todo de conciencias sociales. Hoy hablan de capital humano, de gente de sociedad, de pueblo, términos que muchos entienden, pero que pocos se ha detenido a parar porque el dolor ajeno no les consuela o no les congoja.  El valor de la vida no tiene colores partidistas ni  género, ni edad ni razón social.

No se puede seguir enfrascado en temas políticos cuando no se es político, ni mucho menos sabe que es la vocación de servicio. ¿Muchos juegan, viven y buscan un modus operandi transgeneracional, sin derecho a los demás? Muchos exigen hacer valer la ley y cuando se aplica se escuda la sociedad en tradiciones y costumbres o propiedades privadas.

Las libertades en México son infinitas, las mejores leyes pero su aplicación y sin educación, ni respeto de la sociedad y de las autoridades. De nada sirve que existan las mejores   las instituciones públicas.  Por mejores que sean o del partido que sean no servirán de nada porque  falta el valor de la tolerancia, del  respeto y de la armonía.

¿Qué parte de humanismo nos falta entender? ¿De qué sirve tanta religiosidad si somos intolerantes a las libertades de gobernar y ser gobernados?

Hoy piden que se respeten las fiestas y no quieren contagiarse.

¿Qué parte no entendemos?

Hoy estamos haciendo lo que tanto criticamos.

La vida es apremiante, diminuta y fugaz.

Vivámosla en armonía y en un respeto profundo a todos, las redes deben ser una herramienta de difusión de valores y unidad.