Identificando al COVID: Beneficios de las pruebas moleculares

Por: Omar Josué ROJAS VÁZQUEZ

CHOLULA.- La actual pandemia ocasionada por el SARS-Cov2 ha dejado más de 55,000 muertos en nuestro país, la negativa de las autoridades para realizar pruebas masivas, pese a la recomendación inicial de la OMS, aunado a la oportunidad única de los laboratorios, han convertido las redes sociales y cualquier medio de publicidad en parapeto para la promoción de pruebas, que garantizan resultados desde los 15 minutos, hasta máximo 72 horas a precios que van desde los mil hasta los cuatro mil pesos por prueba.

Las ofertas promueven alta especificidad y sensibilidad, si bien escuchar que ambas son de más del 90% es reconfortante, entendamos que la sensibilidad es la capacidad de la prueba para detectar a la enfermedad, y la especificidad es la capacidad para indicar casos negativos, podemos deducir que una prueba ideal debe poseer, al menos, una alta sensibilidad para ser fiable.

Existen tres tipos de pruebas para el diagnóstico de COVID-19, las pruebas de detección molecular, las pruebas de antígenos y las de anticuerpos, las dos últimas, consideradas como pruebas rápidas, por el tiempo de entrega de resultados, de estas la Reacción en Cadena de Polimerasa o PCR es la que mayor sensibilidad posee.

En cuestión de costos, las pruebas rápidas o de detección de anticuerpos, oscilan entre los 800 y los $ 1,200 pesos por casete, mientras que las pruebas moleculares van desde los 1,500 hasta los $ 3,900 pesos por prueba, y los tiempos de entrega varían entre 24 hasta 72 horas.

¿Qué es una prueba molecular y porque el costo es tan elevado?

La prueba de PCR, es una técnica molecular de detección y amplificación del material genético del virus en distintas muestras, siendo el estándar de oro para la detección de COVID-19. De acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, pese a que se pueden ocupar infinidad de secreciones para la realización de esta prueba, el mejor rendimiento y mayor índice de positividad visto hasta en el 63% de las muestras, son las secreciones nasofaríngeas.

La muestra debe recolectarse con técnicas específicas acorde a los lineamientos internacionales, así como un tipo de hisopo especial, que es introducido en una fosa nasal y desplazado por el suelo de la cavidad, girándose durante 10 segundos y retirando para su embalaje, dicha muestra es tratada, inactivada y posteriormente preparada para replicar el material genético en miles de millones de copias que permiten la identificación a manos de expertos en biología molecular del virus.

Si bien el costo duplica o triplica a una prueba rápida, este obedece a la certificación del laboratorio, la red de frío, el instrumental adecuado y calibrado para el procesamiento, así como el adiestramiento del personal, sin embargo, al tener una sensibilidad de hasta 95%, el gasto será bien invertido, pues en aras de una ganancia segura y fácil, muchos vendedores en línea ofrecen productos de dudosa calidad, sin certificación, mientras que la evidencia indica que la cantidad de falsos positivos y falsos negativos que arrojan las pruebas rápidas, son alarmantes.

En ese 5% de sensibilidad restante, se esconden los falsos positivos y negativos que pudieran darse en la PCR, siendo la toma de inadecuada, transporte deficiente, errores previos al análisis, o el mismo estadío del paciente los causantes de estos resultados.

La mejor estrategia para realizar el diagnóstico de COVID-19 y su combate frontal queda en manos del juicio clínico del médico, quien debe combinar los hallazgos clínicos con pruebas moleculares, así como con el soporte adicional de una tomografía de tórax, ya que las alteraciones pulmonares son más evidentes y precoces que la positividad de la PCR, a su vez, es conveniente repetir la prueba molecular en pacientes con alta sospecha clínica de la enfermedad.

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