Inframundo, Mictlan, Sibalba… 

Por Edmundo TLACUILO ALMAZÁN 

CHOLULA.- Llega con el invierno, una de las fiestas más importantes de nuestro calendario sincrético. Xantolo para los huastecos, Hanal Pixán para lso mayas peninsulares, día de muertos para el centro del país, pocos escapan de la envolvente atmosfera de espiritualidad festiva. Todos los sentidos reciben el mensaje, se descuelgan los retratos y se cambian temporalmente de sitio, se exhuman loso viejos recipientes y se llevan de flores, resinas aromáticas, especies e ingredientes se mezclan para reproducir ancestrales recetas y se decoran hasta el techo estancias recién desocupadas para traer de vuelta el pasado y con él a los que se han ido físicamente, y estas costumbres, que sobreviven a la agitada vida moderna, tienen poderosas raíces, que se hunden tan profundamente como las de la ceiba que en el centro del mundo material conducía a Xiblba, el reino subterráneo de los muertos en la cultura maya.

El Mictlan de los mexicas tiene su equivalente entre los mayas en Xibalba, el lugar de la “desaparición”, del “desvanecimiento”, sitio al que se creía iban los muertos.

Este “inframundo”, como suele llamársele, está descrito en El Popolvuh, o libro del Consejo de los Indios Quiches, a él se le descendía a través de varias estancias, llenas de peligros y pruebas para os mortales. Los primeros en fallar uno de estos retos y sufrir las consecuencias son los hermanos supremo maestro mago y principal, maestro mago. La cabeza del primero, colgada de un árbol junto al juego de pelota, daría lugar a la descarnada, origen del mito del nacimiento de los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, engendrados de la saliva de supremo maestro mago y encargados de vengar a su abuelo, venciendo a los hombres de Xibalba; turbados en su paz por el alboroto de loso “engendros” al practicar el juego de pelota en la superficie de la tierra, se reunieron en consejo para castigar tal osadía; verdaderamente, no somos obedecidos por ellos; no hay obediencia, no hay respeto para nuesro ser. No hacen más que batallar sobre nuestras cabezas, dijo todo Xibalba.

Entonces todos celebraron conejo estos llamados supremo muerto, principal muerto, los grandes decidores de palabra. He aquí a todos los jefes a quienes estos daban sus cargos de poder; cada uno jefe por orden de supremo muerto. Principal muerto. En Xibalba, como en el mundo material, también existían las jerarquías, así , cada uno de los miembros del consejo recibe un nombre que sintetiza su rol; algunos de estos nombres muestran con elocuencia las enfermedades y las principales causas de muerte en esta cultura, así como sus creencias y costumbres.

He aquí, pues, los nombres de los jefes: Extiende tullidos. Reúne, sangre; su cargo: los hombres que tienen flujos de sangre. He aquí también a los jefes hacedor de abscesos. Hacedor de ictericia; su poder, dar a los hombres tumores, darles abscesos en las piernas y amarillearles el rostro, lo qu ese llama ictericia, y éste era el poder de hacedor de abscesos.  Hacedor de ictericia. He aquí además a los jefes varilla de huesos, varilla de cráneos, los de la varilla de xibalba; solamente de huesos (eran) sus varillas, su mayordomía: osificar a los hombres a fin de que no siendo más que huesos y cráneos; al morir no haya que recoger más que sus esqueletos; tal era la función de los llamados varillas de huesos, varilla de cráneos y l aguerra tampoco podía quedar fuera de este momento literario de la antigüedad mesoamericana. Los muertos en combate tenían un sitio especial en el inframundo maya y quienes morían quedaban a cargo de cada uno de los guardianes de Xibalba, según los detalles de sus deceso; he aquí también a los jefes llamados hacedor de traición hacedor de infortunio; he aquí sus cargos: chocar al nombre contra la traición, sea detrás de su morada, sea delante de su morada; que tuvo la mala suerte de caer bocarriba, sobre el suelo; se moría, tal era el poder de hacedor de traición, hacedor de infortunio. He aquí también a los jefes llamados “gavilán” (de sangre), opresión, he aquí su poder, el hombre moría en camino de lo que se lama muerte súbita, viniéndole la sangre a la boca; entonces él moría, vomitando la sangre; a cada uno (correspondía) el cargo de romper la garganta, el corazón del hombre, para que muriese en camino, haciéndole llegar de repente (la sangre) a la garganta mientras marchaba; tal era el poder de gavilán (de sangre), opresión. He aquí que se reunieron en consejo para combatir, atormentar, a supremo maestro mago, principal maestro mago. Testimonio apasionante de las creencias, cosmogonía y en general la cultura de este antiguo pueblo, leer el Popol Vuh es imprescindible para entender la vida y el pensamiento de los antiguos pobladores de América.

Benévolo lector, algunos versos de Sor Juan Inés de la Cruz. Juana Inés de Asbaje y Ramírez; nació en San Miguel Nepantla, actual Estado de México, el 12 de noviembre de 1651, y murió en la ciudad de México el 17 de abril de 1695.  Poetiza mexicana. Es la de mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Niña prodigio que contiene una

«Fantasía contenta con amor decente»

Detente, sombra de mi bien esquivo,

imagen del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre muero,

dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo

sirve mi pecho de obediente acero,

¿para qué me enamoras lisonjero,

si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho

de que triunfa de mí tu tiranía;

que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,

poco importa burlar brazos y pecho

si le labra prisión mi fantasía.