Reliquias de Jesucristo

Corona de espinas, Clavos de la Santa Cruz

Por LAP. D. Bruno Aguilar Juárez

CHOLULA.- LA CORONA DE ESPINAS es un símbolo cristiano que recuerda la Pasión de Jesús. Se menciona en los evangelios de Juan, Marcos y Mateo.

Según los evangelios, los soldados romanos se la colocaron a Jesús durante su pasión. Tenía una doble función: humillar a Jesús ( coronandolo como rey de los judios, en tono de burla) y provocarles daño y dolor.

La corona se convirtió en una reliquia muy preciada. Existen referencias de su presencia en Jerusalén desde el siglo V ( con las cartas de Paulino de Nola). Se describe su ubicación en la Basílica de Sión en el año 570 d.c. En el siglo VII fue trasladada a Constantinopla debido a las invasiones persas. En el siglo X,con motivo de una crisis económica en el imperio, pasó a manos de prestamistas venecianos, hasta que fue adquirida por la monarquía francesa.

Luis IX de Francia construyó en el siglo XIII la Sainte Chapelle como lugar de veneración de la reliquia. Durante la Revolución Francesa pasaron a la Biblioteca Nacional de Francia, En 1801, el Concordato con la Iglesia católica determinó que la corona era propiedad de la Iglesia, pasando a la Catedral de Notre Dame.

En la actualidad, la corona se ofrece a la veneración pública los primeros viernes de mes y el Viernes Santo.

El 15 de abril de 2019 la corona de espinas se salvó de un incendio que consumió gran parte de la Catedral de Notre Dame. al igual que la túnica de San Luis.

CLAVOS DE LA SANTA CRUZ son reliquias cristianas que se corresponden, con los clavos que se utilizaron durante la crucifixión de Jesucristo.

Según la tradición cristiana, después del descendimiento de Jesucristo de la Cruz, los Clavos fueron enterrados con Ella. La emperatriz Elena, madre del emperador Constantino, durante su viaje a Tierra Santa en 326-328 hizo excavar el sitio del Calvario en Jerusalén y descubrió el 3 de mayo del año 326, las reliquias de la Pasión de Cristo. Durante estas excavaciones, una luz habría brillado en la ubicación exacta de estas reliquias, en presencia de Elena y del obispo que la acompañaba Ciriaco de Jerusalén. Este descubrimiento de los Clavos fue transmitido en documentos por los obispos Gelasio de Cesarea y Rufino de Aquilea.

Elena envió una parte de la Cruz a su hijo, dejando el resto en jerusalén y llevó con ella los clavos, de regreso. Con uno de ellos habría creado un bocado para el caballo de Constantino y con otro un casco, destinados ambos para la protección del emperador en las batallas.

Son mencionados por primera vez el 25 de febrero del año 395 en una oración de Ambrosio de Milán, quien también habló de la existencia de las reliquias en la oración fúnebre por el emperador Teodosio.

Gregorio de Tours, en cambio, habló de cuatro clavos, citando que uno de ellos se sumergió en el mar para calmar una tempestad. En el siglo VI se encontró una documentación en Constantinopla sobre la veneración de varios Clavos Sagrados, tal vez los originales, quizás derivados hechos de acuerdo con las costumbres de la época, usando solo una limadura o pequeña parte de la reliquia original y agregando una nueva parte para formar una réplica.

Los sucesos posteriores de estas reliquias se pierden en ausencia de documentación, dejando solo varias tradiciones orales imposibles de verificar.

Continuará… Y no se les olvide SANA DISTANCIA, lavado de manos continuo con jabón, CUBREBOCAS, gel antibacterial, hasta pronto bye.

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